La jornada nueve tendría un ingrediente especial para el Espanyol, en su afán, urgencia y necesidad de volver a puntuar chocaría ante el complicado e inestable Mallorca, dos plantillas que viven realidades totalmente diferentes emocionarían el RCDE Stadium.

En la salida al campo los jugadores «pericos» realizaron una hazaña histórica, fueron acompañados por once perritos para tomar conciencia sobre el abandono animal.

Foto: RCD Espanyol

Las primeras instancias nos mostraron a un Espanyol con la intención de dominar el esférico, pases cortos, transiciones rápidas y organización máxima sobre el césped daban una buena imagen. Mallorca no conseguía entrar al partido, sus entregas en la mayoría erróneas, dejaban mal situado al equipo en la última línea. Tras varias repeticiones e inseguridades Manolo González divisaria el problema visitante e indicaría centros incisivos y diagonales marcadas, y justo bajo esta fórmula llegaría el primer tanto; Kumbulla de un testarazo abriría la lata. Minutos de ensueño exhibían los locales, un juego serio y digno de elogiar deleitaba al fiel público. La disputa continuó su andadura, el control, la posesión y cabeza fría fueron claves para mantener el resultado.

Foto: RCD Espanyol

Para la segunda parte los blanquiazules arrancaron con una intensidad impresionante, Jofre Carreras que realizaba un partido perfecto ampliaría la ventaja con potente remate, el gol daba la tranquilidad deseada y merecida.

El conjunto balear perplejo e irreconocible intentaba sobreponerse, en su intento de mejoría bombardeo con rafagas constantes la porteria de Joan García y en una acción bastante dudosa y polémica; Antonio Raillo recortó distancias en el luminoso. A partir de acá el encuentro entró en su punto álgido, las plantillas elevaban la ofensiva al máximo, cada acción se luchaba hasta el fin, la concentración era más que necesaria. Finalmente el Espanyol supo manejar y sortear cada situación y la añorada victoria número 1.000 llegó a Cornellá.

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