El Leganés no consigue el milagro y desciende a Segunda División pese a ganar 3-0 al Valladolid en casa. La victoria del Espanyol 2-0 ante Las Palmas condenó a los de Borja Jiménez, que vuelven a Segunda tan sólo un año después
El fútbol es cruel. A veces, injusto. Y este sábado lo fue con el Leganés. El equipo pepinero se despidió de Primera División menos de un año después de regresar, y lo hizo goleando al Valladolid con una autoridad que rozó el escándalo (3-0). Pero todo fue inútil. A 600 kilómetros, el Espanyol ganó a Las Palmas y arrebató la última bocanada de esperanza a un estadio lleno de fe, transistores y corazón.
El Lega lo dio todo. Se vació. Jugó con nervio, con alma y con talento. A las 18:30, con el sol cayendo a plomo y un minuto de espera sincronizada con Cornellá, arrancó una batalla dividida en dos escenarios: Butarque y el RCDE Stadium. En uno, el Leganés arrasó al Valladolid. En el otro, el Espanyol destrozó el sueño pepinero con un penalti en el minuto 63 que cayó como un mazazo.

Hasta ese instante, el milagro era posible.
Javi Hernández encendió la mecha con un zurdazo a la escuadra en el minuto 24. Lo celebró todo el estadio como si el gol viniera con la salvación incluida. Diomande, desatado, fue un ciclón por la banda izquierda: regateó, asistió y, en el 36’, firmó el segundo con una maniobra de ‘9’ puro. Ya en el 40’, repitió exhibición y sirvió en bandeja el tercero a Juan Cruz. Un 3-0 incontestable. Puro éxtasis. Butarque se lo creía.
UN GUIÓN LLENO DE DRAMA
La segunda parte se jugó en dos dimensiones. Sobre el césped, el Leganés seguía dominando. En la grada, el alma de todos viajaba con el oído puesto en la radio. Cornellá. Penalti. Gol de Puado. El silencio se hizo grito y el grito, resignación. En ese minuto, el Leganés descendió. Lo supo Borja Jiménez, que miraba el móvil en el banquillo con gesto desencajado. Lo supo la grada, que respondió con amor: “Te quiero más que nunca en Segunda”.

El resto del partido fue una procesión lenta hacia el final. El Espanyol marcó el segundo, y ya nadie pudo esconder el drama. Los jugadores lloraban en el campo. En el banquillo. En la grada, solo quedaba agradecer. Porque el Lega lo hizo todo bien. Porque firmó su tercera mejor puntuación histórica en Primera. Porque fue digno. Porque fue equipo.
El descenso duele, pero no mancha. Y deja una promesa en el aire: volver. Butarque ya sabe de resurrecciones. Ahora toca rearmarse, elegir nuevo técnico y reconstruir un proyecto que no merece anclarse al pasado. Porque el Leganés ha caído… pero con la cabeza muy alta.






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