El sol apenas se despedía cuando el club catalán ya calentaba motores para una nueva aventura en LaLiga. Seis partidos, cuatro victorias, dos empates y una sensación clara: esta pretemporada fue mucho más que un simple calentamiento, fue un ensayo general para demostrar que, incluso sin fuegos artificiales en el mercado, los pericos saben volar alto.

Todo comenzó con una goleada convincente sobre el Peralada (1-4), seguida de un empate luchado frente al Girona y un triunfo sabroso contra el Southampton (2-1). El viaje por Europa trajo victorias minimalistas pero eficaces contra el Wolfsburgo y el Union Berlin, ambas por 0-1. La última prueba, frente al Newcastle, fue un empate movido (2-2) que dejó un buen sabor de boca para lo que viene.

Pero el debut liguero no perdona: el calendario ha deparado un duelo directo contra el Atlético de Madrid en el estreno de la temporada. Un arranque durísimo, de esos que miden no solo el físico, sino también el corazón.

Mientras tanto, el verano dejó novelas y capítulos inesperados: Joan García, héroe de ayer, cambió el Cornellà-El Prat por el eterno rival, el Barcelona, dejando 25 millones en las arcas y una herida en el alma de la afición. El plantel blanquiazul pasó página con incorporaciones certeras y a coste cero, reforzando todas las posiciones sin reventar el presupuesto, un lujo raro en los tiempos que corren.

El Espanyol de Manolo González ha firmado una pretemporada sólida, con buenas sensaciones en juego y resultados. Con una propuesta equilibrada y una defensa firme, el equipo afronta la nueva temporada con energía renovada y una plantilla reforzada por los aciertos de Fran Garagarza. En lo físico y competitivo, llega en buena forma, sin lesiones graves y con una preparación pensada para rendir a largo plazo.

Si los resultados de la pretemporada son un presagio, este Espanyol promete algo más que sobrevivir: quiere sorprender. Y, quién sabe, quizá volver a poner a los pericos volando sobre estadios que ya habían olvidado lo que es mirar hacia arriba.