Sant Andreu — Una noche así difícilmente se borrará de la memoria del Narcís Sala. El Sant Andreu, empujado por un ambiente de fútbol grande y por un equipo que jugó al límite de todas sus fuerzas, llevó al Celta de Vigo hasta el borde del abismo, obligándole a decidir el pase en los penaltis tras un 1-1 que se mantuvo durante 120 minutos de intensidad feroz y valentía absoluta. Al final celebraron los gallegos (6-7 en la tanda), pero el verdadero golpe de autoridad fue de la escuadra cuatribarrada, capaz de convertir un desafío casi imposible en un relato épico.
ARRANQUE FULGURANTE Y UN NARCÍS SALA ENCENDIDO
No había pasado ni un minuto cuando el Sant Andreu lanzó su primera declaración de intenciones. Sergi García, picando al espacio tras un envío larguísimo, probó un sutil balón por encima de Iván Villar: la pelota salió rozando el palo y encendió a una grada entregada. Era solo el primer aviso.
Respaldados por más de 6.500 aficionados, los catalanes presionaron arriba con agresividad, ritmo y una convicción arrolladora. Serrano intentó romper el duelo desde la banda, mientras que en la portería García-Alejo empezaba a construir su gran noche: firmó dos paradas clave ante Jutglà y desvió un disparo poderoso de Hugo Álvarez que se estrelló en el larguero.

EL CELTA CRECE, PERO SIN PREMIO
Con el paso de los minutos el Celta encontró más control, especialmente por las conducciones y el criterio de Sotelo y Álvarez. Ambos estuvieron cerca de abrir el marcador, pero el Sant Andreu resistió con orden y sacrificio, marchándose al descanso con un 0-0 que nadie en el estadio consideraba un accidente.
En la reanudación, los gallegos dieron un paso al frente, apoyados en su superior experiencia y en la calidad de un equipo de Primera. Para romper la igualdad, Giráldez recurrió a la artillería pesada: entraron Iago Aspas y Borja Iglesias para el asalto final. Hubo ocasiones, hubo tensión, pero el muro local aguantó hasta el último segundo del tiempo reglamentario, conquistando una prórroga que la afición vivió como un acto de fe colectiva.

UNA PRÓRROGA LOCA: GOL Y RESPUESTA EN UN MINUTO
Si los goles habían brillado por su ausencia en los 90 minutos, en el tiempo extra estalló la locura. Minuto 103: Alexis García cazó un balón suelto en el área, definió con precisión al rincón y desató un rugido monumental en el Narcís Sala. La hazaña parecía materializarse.
Pero el Celta, herido, reaccionó de inmediato. Apenas un minuto después, Borja Iglesias silenció al estadio tras controlar un pase filtrado de Yoel Lago y cruzar un disparo inapelable. Del 1-0 al 1-1 en un suspiro. Copa del Rey en estado puro.
PENALES DRAMÁTICOS Y UN FINAL CRUEL
La tanda reflejó la igualdad del partido: seis lanzamientos perfectos por cada lado y una tensión insoportable. En el séptimo turno, Yoel Lago convirtió para el Celta. Luego llegó el momento de Serrano, uno de los más valientes del Sant Andreu. Su golpeo, sin embargo, se estrelló en el larguero, apagando un sueño que había rozado lo increíble.

UN SANT ANDREU PARA QUITARSE EL SOMBRERO
El Celta avanza, sí, pero lo hace con el susto en el cuerpo y con la certeza de haber sobrevivido a un Sant Andreu extraordinario por coraje, identidad y compromiso. Los catalanes se despidieron entre una ovación cerrada, sin lamentos, conscientes de haber firmado una noche que quedará grabada para siempre en la historia del club y en el corazón de sus aficionados.






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